"En una noche de tormenta, cruzando un espeso e inmenso bosque, se encontraba el Duque de las Tierras del Este. Viajaba junto a su fiel escudero, Dámaso, desde la fortaleza de la Comarca del Norte en dirección al Castillo Real. Las condiciones climatológicas eran tan adversas que se vieron obligados a buscar refugio.
Por suerte, encontraron una pequeña granja en la que vivía una pequeña familia, los Santón. Pidieron cobijo y cena, a lo que la familia accedió encantada.
La Sra. Santón les cocinó carne de ternera, muy salada, dura, con aspecto de llevar meses en conserva, que fué acompañada con queso y leche, todo esto, sentados sobre una alfombra de piel de vaca.
El Duque, acostumbrado a menesteres más variados, preguntó el motivo por el que solo comían en esa familia derivados de la vaca, y sobre todo el por qué una vida tan triste, de supervivencia.
- Muy señor mío, mi humilde familia vive en esta finca desde hace cinco generaciones. Vivimos entre tres ciudades, y como no tenemos dinero, vivimos de nuestra vaca. Ella nos proporciona leche y carne, lo suficiente como para sobrevivir. Lo que nos sobra lo cambiamos en la ciudad por combustible, agua, madera...
El Duque quedó horrorizado, por lo que antes del alba, despertó a su escudero y ordenó partir en silencio, no sin antes obligar a Dámaso a matar a la vaca, con el fin de que desaparecieran, de que murieran de hambre. No estaba dispuesto a que en su reino viviera gente tan pobre, tan inferior.
Pasados dos años, Dámaso seguía con remordimiento, ¡había arruinado a una familia! Los condenó a la peor de las muertes, el hambre. Así que decidió dejar al Duque, y partió en dirección al bosque de las Tierras del Norte en búsqueda de los Santón.
Al llegar a los límites de la finca de la familia, avistó un inmenso castillo, y apenado, se acercó a preguntar por los Santón.
Estaba ya delante de una inmensa puerta, construida con las mejores maderas, y tras limpiarse la última de sus lágrimas, recogió fuerzas para tocar a la puerta.
Una señorita muy bien vestida le abrió:
- Buenas tardes, ¿deseaba algo?
- Buenas tardes señorita, ¿sabría usted decirme que pasó con la familia Santón, dueña de estas tierras desde hace cinco generaciones?
- Un momentito, ahora mismo aviso al Sr. Santón.
Dámaso se extrañó, debía tratarse de un error... ¡Pero no! El Sr. Santón apareció en la puerta y se lanzó bruscamente sobre el pobre escudero.
- Gracias amigo, gracias, muchas gracias. - se fundió en un abrazo- La mitad de todo esto es tuyo Dámaso.
- Pero... ¿Cómo? Señor, creo que se confunde...
- Para nada. Usted mató a nuestra vaca, usted es el causante de mi imperio.
- ¿Cómo? - Dámaso estaba muy confundido - Podría explicarme por qué yo, que os arruiné la vida, soy el causante de todo esto?
- Muy fácil. Mi familia y yo vivíamos gracias a nuestra vaca. Es lo que me enseñó mi padre, y a él mi abuelo. Teníamos una vida sencilla, aburrida. Hacíamos quesos y conservábamos carne, comerciábamos en pequeña medida con lo que nos sobraba. El día que desperté y mi vaca ya no estaba, me quería morir. Pasamos mucha mucha hambre, no teníamos nada. Así que tuve que buscar, como fuera, un modo de supervivencia, ¡y mira que encontré! Probé a cultivar y me dí cuenta de que esta tierra es la más fértil de la comarca, además mis dominios están comunicados perfectamente con tres ciudades, en las cuales necesitan vegetales. Compré una vaca, pero en lugar de volver a mi antigua vida, adquirí con las ganancias otras tres, y luego siete... Además, un río pasa por aquí cerca, así que allí recojo el agua, no la tengo que comprar, y también empecé a pescar. Un día, encontré una pepita de oro. Ahora soy minero, además de pescador, ganadero, y también cultivo... ¡Ahora lo tengo todo! Y todo esto gracias a tí. La muerte de mi vaca me abrió los ojos."
Todos tenemos una vaca. La sociedad, las constumbres, la situación, la familia, los amigos... El ser humano tiende a acomodarse, a conformarse.
¿Por qué, a pesar de la crisis, no voy a encontrar trabajo? ¿Por qué si encuentro trabajo voy a ganar poco? ¿Por qué no voy a ser yo el empresario? ¿Por qué mi empresa no va a ser líder?
El mundo está repleto de oportunidades, están más cerca de lo que crees. De hecho, algunas las habrás rechazado, y todo, porque estás cómodo, porque es arriesgado, porque no eres capaz...
Cuando peor se pasa, si controlamos la motivación y la mantenemos alta, no nos rendimos, es cuando más fuerza se tiene. Cuando está todo perdido es cuando miras alrededor en busca de algo dónde agarrarte, y lo coges con fuerzas y no lo sueltas, es tu vía de escape. Ese poder de creación que se tiene al principio es increíble. De la nada, se saca algo. Eso es multiplicarse por infinito. El inicio es lo más difícil, y es lo que hacen muchos.
¿Por qué no usar esa fuerza siempre? Te recomiendo que la busques y la utilices, y si es necesario matar a tu vaca y perder lo que tienes, en búsqueda de algo mejor, adelante. Pero ese poder de creación hay que mantenerlo más tiempo, incluso cuando ya puedas sobrevivir. No te conformes, no tengas miedo a perder, dentro tienes una energía increíble que no lo permitirá.
Busca a tu Dámaso y que te ayude a triunfar, el matará a tu vaca si tú no te atreves.
Reúne fuerzas, piensa en positivo, ilusiónate y lánzate a por las oportunidades, puedes llegar donde quieras.
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