Hace ya casi una semana de "la diada". Desde entonces, se habla mucho de las autonomías, que si esto es mio, es tuyo o de aquel. La cuestión es que las encuestas a día de hoy tienen picos de apoyo tanto en el nacionalismo catalán como en el centralismo español.
Como saben los que me conocen, yo no soy patriota, ni nacionalista, ni nada que se parezca. No creo en las fronteras, no voy a querer más a uno u otro dependiendo del código postal de su documento de identidad, aunque soy consciente de que las constumbres del entorno influyen en la personalidad. Precisamente por eso tengo similares parecidos con un gallego que con un portugués o francés, e igual con un valenciano que con un italiano. Insisto, no te miro la bandera para ser tu amigo o enemigo.
Aún así entiendo los sentimientos nacionalistas, pero comprendo los que vienen de atrás, los de pueblos que llevan siglos compartiendo idioma y constumbres, que en España, gracias al franquismo y la persecución que se les hizo, crecieron en cantidad e intensidad. Sí, el supuesto antídoto es su mayor alimento.
Por tanto, entiendo que seas catalanista. Yo no lo sería pero si que me parece que Cataluña o el País Vasco son más nación que España, llevan más años unidos, y la sumisión, repito, une. No son producto de una invasión y unión como España. Lo que no comprendo ni comprenderé jamás es el nacionalismo por avaricia. Que ahora, para quedarse con lo "suyo" quieran separarse de sus primos (o hermanos) los pobres; "Nosotros perdemos dinero manteniendo a Andalucía y Extremadura". Al igual que tampoco entiendo el que quiere que se queden con nosotros porque dan dinero, o el que dice que si se van que les jodan.
Es más, ¿no existe una corriente que propone la salida de España de Europa?
La crisis, que voy a empezar a escribirla con mayúscula, está acentuando, y mucho, los egoísmos (no los nacionalismos). El otro día, un amigo me dijo: "Se gastan mi dinero en algo que a mi no me importa, en otro." Hablabamos de privatizaciones. Me hizo pensar. Le quitamos la sanidad a "sin papeles" aunque se estén muriendo. Me da miedo. Quitamos ayudas escolares o a impedidos. Me aterroriza. Todo el mundo se mira el ombligo.
Saliendo de España, he leído que Audi ha comprado Ducatti. Alemania compra a Italia. Los rescates no son rescates, son invasiones. Se ha implantado el to'pa mi (siempre lo ha estado) y ahora se lleva a sus máximas consecuencias. Nadie ayuda gratuitamente, se ha perdido la solidaridad, y cuando eso pasa, para variar, perdemos los que menos tenemos. Y los ricos, una vez más, ganan, ya que invaden.
Gibraltar, la disputa China-Japón por cuatro islas, el Sáhara. Todo negocios, todo dinero.
Siempre he pensado que muchos sistemas políticos supuestamente perfectos son imposibles porque el ser humano es egoísta, de hecho siempre recuerdo que Tolkien lo dijo en El Señor de los Anillos, "el hombre es el habitante más poderoso de la Tierra Media, pero le pierde su avaricia, nunca podrá portar el anillo, lo usaría para fines propios, dominadores". El "anillo" es un asiento de poder, y a más alto sea, menos saciedad, más ansia de "crecer".
Vivimos rodeados de eventos en los que deseamos el mal ajeno, el que pierda otro. El mundo es muy competitivo (negocios, deporte). El problema es que se confunde política con negocios. "Parece" que países arruinan (o no hacen porque no) a otros para quedarse con sus bienes. Sí, he dicho "parece". Es la tercera guerra mundial, pero en lugar de bombas usamos acciones, primas de riesgos e intereses, y el campo de batalla es una tarima o un despacho.
Yo quiero que a todo el mundo le vaya bien, que mi éxito en la vida no dependa del fracaso de otro, que los servicios públicos amparen a todo el que lo necesite, que los países o personas más pobres reciban ayudas de los más ricos (no prestamos, no intereses, no invasiones). No me importa que se casen los gays y que trabaje un negro, moro o chino. Que haga todo el mundo lo que quiera sin que su deseo perjudique a otro.
Cuando me dicen que ya es lo mismo ser de derechas que de izaiierdas, siempre respondo lo mismo. "Ser de izquierdas es ser más humano, ser más solidario y comprensivo con el prójimo".
Lo curioso, es que en España estos señores que se hacen llamar católicos son los los más avariciosos.
Vive y deja vivir.
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