El éxito de la venta está en la ambigüedad.
Cuando hablo de ambigüedad quiero dejar claro que no hablo de mentir. Cuando se es ambiguo es cuando se obvia u oculta la información no completamente necesaria que puede impedir la venta. También se es ambiguo cuando se disfrazan los costes, cuando se visten de seda. Uno de los consejos que más me han dado mis mentores en el mundo de la venta es que no responda a preguntas que no me han hecho, que nunca de mas información de la necesaria, y sobre todo, que cuando tenga que dar una mala noticia, la rodee de buenas noticias.
Me gusta comparar la ambigüedad con una niebla, una cortina de humo que no te deja ver lo que hay detrás. Los temas de conversación son las luces que hay detrás, a más brillo, más importancia. Por tanto, la niebla que ponemos cuando somos ambiguos no permiten ver a la persona que nos escucha los detalles no transcendentes del producto que se le está ofreciendo.
Una venta puede ser de cualquier cosa, hasta de nosotros mismos, de hecho la gran mayoría de las ventas son de nosotros mismos. Y nos podemos vender como persona (ligando, conociendo gente), como trabajadores... Es más, prácticamente cualquier conversación es una venta, de una idea, de una opinión... Cuando pides un favor vendes una necesidad y cuando ofreces un producto vendes una solución. La publicidad y el marketing, obviamente son venta. Un comercial, un relaciones públicas...
Podría pasar horas dando ejemplos, pero lo que quiero que entiendas es que el día a día está repleto de ventas. Prácticamente todo lo es. Por tanto, la ambigüedad fluye a tu alrededor todo el tiempo, y es muy importante saber dónde y en qué intensidad está para optimizar resultados.
En mi más que humilde opinión, esta ambigüedad deberíamos usarla solo en los negocios, en la compra-venta de un producto de mercado. En las relaciones personales, al menos yo, la uso solo en casos de emegencia, es más humano, más leal.
Me explico, en los negocios puedes disfrazar la realidad para conseguir un beneficio cuanto quieras, ya que, justo antes del apretón de manos, aparece el extractor de humo que deja ver cada una de las luces que antes estaban ocultas, cada detalle. El contrato. Con él, el comprador le quita el disfraz de seda a las malas noticias y, por fin, conoce a ciencia cierta qué está comprando.
¿Alguna vez has conocido a alguien que antes de que lo "compres" te saque una máquina de la verdad para que compruebes cuál es su verdadera personalidad?
No te fies de la gente, todos y cada uno de nosotros ocultamos, y mucho. Es más, hay gente más sincera, cuya cortina de humo está difuminada, e incluso gente completamente sincera que se desnuda si se lo pides (no malentender), y por supuesto hay gente mentirosa que no solo oculta, obvia y disfraza, sino que miente, que cambia datos, que te dice que vas a "pagar" tanto y el importe final es muy superior a lo negociado. Recuerda, no hay contrato, no hay realidad.
Pero la cara que sí que tenemos cada uno de nosotros es la ambigua.
Personalmente me fío más de toro bravo que de toro manso. Me gusta la gente que va de frente, que responde, que no se esconde, que habla de su pasado y de lo que no se ve, que te dice por qué y para qué te quiere. Las mosquitas muertas...
Esto no es un problema, en la vida nos encontraremos con personas decepcionantes y sorprendentes, con gente que te trate bien o mal, y eso siempre ha existido. El problema es otro, y sabeis por donde voy: la política.
La política española es marketing puro. De hecho se ganan las elecciones normalmente por tener un buen director de marketing en la campaña electoral que sepa aprovechar la situación social del momento en favor de sus intereses.
Aún recuerdo una entrevista de Jordi Évole al director de la campaña electoral del PP del 96, la primera victoria de Aznar. Me asustó; habló de una auténtica campaña de desgaste. Parecía el "arte de la guerra". Todo táctica.
Hace ya tiempo de eso, y yo era más inocente que ahora. Pensaba que la política se basaba en los principios de cada uno, que exponias tu ideas, y quien estaba de acuerdo contigo, te votaba.
Ahora veo como hay gente sin crítica que vota a un partido como si fuera su equipo de fútbol, que lo que haga está bien hecho, y sobre todo noto hasta que punto son capaces los partidos políticos por Ganar, y lo pongo con mayúsculas porque es el Dios de todos ellos. Marketing al servicio de los poderosos para una victoria segura.
¿Cómo se conoce a Zapatero? Por ZP, lema de su primera campaña, "ZapateroPresidente". Tan adictivo como lo pudo ser "Just do it" o "Imposible is nothing", de Nike y Adidas respectivamente.
La madre de las campañas ambiguas, la última del PP, en la que no dijeron nada, y cuando digo nada es NADA. Es más, la niebla era tan densa que hasta mintieron (IVA).
A pesar de ser tratado como el mundo de los negocios, con expertos de marketing y publicidad que juegan con la sociedad, la política se parece más a la vida social que a la empresarial. No hay contratos, no hay momentos de realidad, y es más, si se incumple no se te devuelve el dinero y lo que es peor, no puedes dejar de verlo porque te ha decepcionado, y menos, con mayoría absoluta.
Imagínate que un señor te ofrece gestionar tu economía y la de tu familia (digo economía, que es solo una parte de la política, algo olvidado ultimamente) durante cuatro años, a su libre antojo, sin volver a consultarte, y por mucho dinero que te haga perder, tienes que seguir con él. Para colmo, no te dice que va a hacer, solo te "promete" que lo va a hacer bien, ¿aceptarías?
De un político depende demasiada gente como para que no haya contrato.
Como consejo te digo que si notas que alguien es ambiguo, que te "vende la moto", en lo personal no te fies, no empieces una relación; y en lo empresarial te aconsejo que leas bien el contrato. Y ahora no te doy un consejo, te pido un favor encarecidamente:
Si notas que alguien es ambiguo, no lo votes.
"Yo es que al PP no le voto, porque Rajoy me cae mal, no me gusta, me parece un pelele"
ResponderEliminarAnda que no habré escuchado eso en las dos campañas que le enfrentaban a ZP. Y las dos perdió. Y en las dos era un incompetente... igual que ahora.
En la sociedad de ahora a todo el mundo le gusta quejarse, pero pocos planes de acción se llevan a cabo. Y lo que es peor, ahora los que mandan sacan leyes para poner aún más complicado que los que no están de acuerdo se manifiesten y luchen por lo que creen.
Viva nuestro primer mundo...
Aunque sepamos que se nos ha engañado, o que no es la mejor opción, o incluso que sin compartir la ideología acabemos aupando al poder a nuestros contrarios... A la gente la ambigüedad le importa más bien poco mientras crean que están haciendo lo correcto. Para ellos, para sus intereses... o para joder al que no gana.
España es así, nos gusta la niebla y no pensar. Mientras podamos quejarnos al día siguiente en el bar o recogiendo a los niños en el colegio.
Y referente a las relaciones personales...
Abogo por un mundo sin la niebla que mencionas: ahorraríamos mucha energía. La cantidad de pensamientos, actos y palabrería que elaboramos para encubrir o adornar. Si todo ese tiempo lo dedicásemos a ser felices y rodearnos de personas con las que podemos ser 100% nosotros mismos...