domingo, 21 de octubre de 2012

La mancha que oscurece la mente.

Estando en los vestuarios del gimnasio, un chico, de unos veinte o veinticinco años se dirigió a mí.

- Lo que hay que ver, no hay derecho.

Inmediatamente, por su tono de voz, por su mirada, por la forma de acercarse a mí fuí consciente de que el chico tenía algún problema de patología mental, de "retraso". No se que era, pero físicamente es un joven completamente normal, su forma de crear frases también, pero es lento, "torpón". Es más, su forma de entender la vida social es despreocupada, no entiende de normas. Habla con todo el mundo, no tiene "vergüenza".

Me contó que su profesora de natación le regañó por llegar tarde, cosa que no hace nunca, que solo han sido tres veces, y que le trata mal. Que por ser profesora se cree que puede hacer lo que quiera, y ningunea a los de siempre.

Yo le dije que no se preocupara, que eso nos pasa a todos, e intenté pasar un poco del tema porque el chico se ponía pesado. Así que él, ante mi dejadez, se fué con otro. Volvió a contarle exactamente lo mismo, y después a otro, y luego a otro más.

Se iba poniendo colorado y subiendo el tono.

- Me tiene manía, me odia. Ya me pasó en otro gimansio, siempre me pasa lo mismo. Ya no vengo más, me toma por tonto.

Se puso muy muy nervioso, comenzó a golpear todo lo que había en su camino. Finalmente, tuvo que ser educido y supongo que medicado.

Analizando su comportamiento, está claro que tiene un Origen muy negativo. Supongo que por su enfermedad ha sido mal tratado por buena parte de la sociedad, o como mínimo tratado diferente (yo lo hice), lo que le genera un sentimiento de inferioridad que le hace sentirse mal ante cualquier corrección.

Es más, el chico poco a poco se fué calentando, su enfado fué a más. Se autosugestionó negativamente. Ponderó su problema de forma que ese sentimiento negativo nubló su mente, de forma que solo veía problemas. Que el resto de gente se sintiera incómoda, no hizo más que agudizar su sentimiento de ridículo, lo que le llevó a explotar.

Evidentemente el joven tenía problemas psiquicos y psicológicos lo cual alimentó esta reacción. Pero, en menor medida, los sentimientos negativos se apoderan de nosotros al igual que le pasó al chico. Quizá no armamamos el jaleo por el mismo motivo por el que el se dirigió a mí, por vergüenza, porque la sociedad nos dice que hay que ser discretos. Aunque hay casos en los que si que nos pasa. De hecho, en juicio, algo que exime de culpa (hasta cierto punto) es un momento de locura transitoria, coloquialmente, una "ida de pinza". Pero insisto, explosiones solo interiores, nos pasan a diario.

Problemas pasados, malas experiencias provocan que dolores puntuales se conviertan en sufrimiento, y a más importancia le des al sufrimiento, más sufriras. La mente llega a autodestruirse.

Esta misma espiral negativa existe en positivo. Búscala.

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