jueves, 11 de octubre de 2012

La caducidad del método.

En el mundo del deporte se habla mucho de ciclos. El momento del uno o del otro. Y parece extraño, son los mismos deportistas, el mismo entrenador, el mismo deporte, el mismo club... ¿Por qué han cambiado las tornas y el que antes perdía ahora gana?

La hegemonía siempre se agota. Ya sea por la pérdida de ambición, porque se acomodan, porque el mensaje del entrenador deja de calar, porque los rivales aprenden a luchar contra ellos...

En el mundo de los negocios, de las ventas, pasa exactamente igual. La publicidad, las estrategias de marketing pierden su impacto con el tiempo. Lo revolucionario vende, la clave del consumismo es el cambio.

Ningún método o sistema es infalible si no evoluciona. Si ante un problema hay que usar una táctica, al estar ya solucionado, para mantenerlo en un estado positivo, no se puede usar la misma táctica. Esta tiene que adaptarse si no generará un nuevo problema. Si una lámpara se vuelca, hay que ejercer una fuerza contraria para llevarla al punto medio, para estabilizarla, para que se quede de pie. Si sigues ejerciendo esa fuerza se volcará hacia el otro lado. En la solución estaría un nuevo problema. "Lo difícil no es llegar, es mantenerse".

El ser humano tiende a adaptarse al medio, a acomodarse. Si algo pasa a ser costumbre deja de causar efecto. Como con los medicamentos. El cuerpo se hace inmune a sus efectos. Al igual con el entrenamiento deportivo. Para mejorar hay que sorprender.

Si haces lo mismo que haces siempre no cambias, no mejoras, como mucho te mantienes.

Al igual que en el hardware, la costumbre es negativa en lo mental. Para tener un buen estado anímico hay que usar métodos de solución, mantenimiento o superación.

Hay que tener en cuenta que los resultados finales son consecuencia, en su mayor parte, del estado anímico. Por tanto, es lo que hay que controlar más. La pérdida de ilusión por lo que se hace suele ser la causa del fracaso (o ausencia de éxito). Esta ilusión es el mejor método anímico del éxito, la cual es generada por un objetivo claro y motivante.

Quiero algo. Ya lo tengo, ¿y ahora qué? Al igual que los sistemas de venta o entrenamiento, los objetivos tienen que evolucionar con los hechos.

Y aún más si no consigues lo que te propones. Quiero algo y no lo consigo, lo vuelvo a querer y no llego, vuelvo a quererlo y nada, vuelvo a intentarlo y fracaso, NECESITO ese algo. Ansiedad. El objetivo se convierte en un por qué y deja de ser tu para qué, tu ilusión. Cuando fracasas intentando lograr un por qué (que es el mínimo, la supervivencia) estás mal, y si lo consigues simplemente estás normal. Sin embargo, al no conseguir tu para qué (ilusión, meta) te quedas como mínimo como estabas, normal, aunque si lo consigues entrarás en un estado de euforia.

Cuando necesitas conseguir tu objetivo, cuando temes volver a fracasar, todos los recuerdos de los intentos fallidos son negativos, hay fantasmas. El pasado es tu Vaca. Ese es el momento de enfocar y adaptar el objetivo a las circustancias.

Colorear la realidad para que el trayecto sea diferente y no atraiga viejos fantasmas. Recuerda que tienes el control de tu realidad.

Y sobre todo cambiar el objetivo. El anterior ya no vale, genera ansiedad. El nuevo debe ser más bonito, más motivante. Ya no recordará nada al fracaso. Nuevas ilusiones, nuevas energías.

El mismo fin, diferentes gafas de la realidad.

En actividades colectivas es el director, entrenador o superior el que debe controlarlo. Motivar a su gente con un objetivo adaptado a cada momento. Y en individual debes ser tú mismo quien lo controla.

Hay que estar preparado para reflexionar, analizar, detectar, corregir y utilizar. Hay que contolar el estado anímico con objetivos enfocados a cada situación. Pensar en quiero y no en debo, mantener tus objetivos en el plano del para qué.

Hay que encontrar un objetivo motivante que te haga disfrutar y no sobrevivir.

Búscalo.

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